Preparándose para el día de muertos – CACEP Chocolates
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Hablar del día de muertos en una hacienda cacaotera, aquí en las rancherías de Tabasco, es narrar experiencias con sabor a tamales, pozol frío y café caliente con galletas. En muchos lugares este día es una fecha lúgubre.

Sin embargo, acá en las comunidades y rancherías de la Chontalpa (en Tabasco), no lo es. Por acá significa que va a haber fiesta desde antes y el mero día. Es un convocar a todas las personas que van a participar en estas festividades, porque no solo es el mero día 2 de noviembre, desde días antes se celebra con rezos (novenarios). Primeramente, se reza el 28 de octubre a aquellas personas que fallecieron en accidentes o muertes trágicas. Después, el día 30 de octubre se pide por los niños que se fueron sin ser bautizados, esos angelitos. Y, el día 1ro de noviembre, es ofrendado a los niños grandes que, por algún motivo como enfermedades, se murieron. Ya el mero día 2 de noviembre, es dedicado a los adultos difuntos.

Desde días antes, la comunidad ya está organizándose porque ya va a llegar el día de los tamales y las novenas previas, las cuales son rezos que se hacen nueves días antes del mero día de muertos. Y el 2 de noviembre, es una gran celebración. Para estas festividades tienen que organizarse en su comunidad, todas las familias, los compadres y amigos se ponen de acuerdo. Los temas principales son la bebedera y la comedera, en especial, los tamales. Y, la preocupación principal es ¿qué se les va a dar de comer a los que vengan a rezar? Así como mandar a hablar a los mejores rezanderos de la región, sin olvidar que hay que armar el altar, ya que alrededor de éste se llevarán a cabo los rezos.

Primeramente, van visitando y convocando a las comadres, cuñadas, abuelas y a aquellos buenos amigos para saber si van a participar en la preparación de los tamales. Para los rezos de la novena se acostumbra a preparar tamalitos con carne de animales de patio como gallina criolla o pato, estos tamales pueden ser tamal de masa quebrada, de frijol negro, de chipilín o chanchamito.

Para el mero día de muertos, el 2 de noviembre, un día antes se hace la “matanza” de los puercos o de los pavos grandes, para los tamales grandes que son los de masa colada, que deben de llevar una “presa” (pieza de carne) grande. Para esto, cada guisandera puede decir: “A mí déjame los tamalitos de maíz nuevo porque me salen riquísimos”. Otra escoge el de frijol negro, el de chipilín, etc. Y otra dice: “A mí déjame la naranjada porque hay mucha naranja en el patio”. Eso sí, no puede faltar el pozol con su dulcito, puede ser de frutos de la temporada o los guardados en pomo para estos días. Las guisanderas están preparando los tamales mientras conversan y se carcajean. Ahí va el compadre maldoso que les lleva su traguito o cervecita para que agarren fuerza y salgan bien esos tamales. Una vez entradas en copitas, todas esas guisanderas, a echarle ganas para moler, guisar, envolver. Mientras esperaban el hervor de los tamales, se siguen echando su cervecita. Los niños jugando, los hombres apartaditos también echando traguito.

Las guisanderas están preparando los tamales mientras conversan y se carcajean.

Así, se va armando el ambiente festivo de rendir tributo a los difuntos, todo mundo sabe qué hacer, qué guisar en cada día lo que le tocó. Ya saben a quién van a asignar para los rezos, puede ser un varón o una mujer. Aquellos que se saben esas letanías rápidas y cánticos dolorosos. Claro que, ese rezandero lleva a su ayudante, un chamaco, que va a estar sahumeando (sahumar) con estoraque e incienso que va a invadir un aroma intenso, que los vecinos perciben y dicen: “ya está el rezo”. Y es así como se da el ambiente del día de muertos.

No se reza en los patios, se reza en la sala que es donde está el altar de muertos. Antes de que llegue este día, tienen que limpiar bien la sala, se pone la mesa y se van poniendo todos los elementos. Este es otro trabajo por organizar, el quién va a poner el altar. Se escoge a las personas que tienen buen gusto, que saben cómo deben de ir colocados cada uno de los elementos. Mandan a los hombres a cortar las pencas de guano y de coco para irlas entrelazando en un tejido Maya-Chontal y así formar un arco que irá colocado en la mesa del altar. A su vez, también hay una persona que está haciendo flores de papel crepé o papel china.

En la mesa, se coloca un mantel de tono oscuro y unos quince días antes, se deben de tener listos los paños o paleas, con bordados de una cruz, una cara de cristo doloroso o unas manos rezando, en colores morados o negros.

Ahora bien, en la mesa se colocan las fotografías de los difuntos a quienes se les rinde memoria, fotos se los familiares queridos. Se colocan velas de sebo o de parafina que vienen en su clásico vaso de cristal, algunos con la imagen de la virgen de Guadalupe que después, ese vaso se va a lavar y a usar. También es importante saber qué le gustaba de comer y beber al difunto, para ofrendarle sus gustitos. Podría ser su tamalito, puchero, mole, pozol con su dulce y claro, también hay una botella de traguito para el difuntito que le gustaba echarse su cerveza. A los niños, en su día, se les ponen caramelitos, su chocolatito caliente, su cafecito y los juguetitos que les gustaban. Y hay que respetar la comida que se pone en el altar, hasta el día siguiente, después del rezo ya puedes comerlo. Santa regañiza que te van a dar si agarras: “¡Chamaco, esa es la comida del difunto que va a vení’ a comé’j!”

Es costumbre que el petate (tapete o alfombra tejida que se utilizaba para dormir) vaya en el suelo. De ahí viene el dicho mexicano: “se petatió”. Porque antes las personas humildes no tenían para la caja, nada más envolvían a sus muertos en el petate, amarraditos con un mecate y los enterraban en una poza. Por eso, el petate significa que ahí está el difunto extendido. El petate se extiende y se coloca al pie del altar. Sobre este va a haber una cruz hecha de flores las flores del campo, de las plantaciones y algunas ramitas verdes de un helecho, por acá no se usaba la flor de cempaxúchitl. En cada extremo de la cruz, va a haber una naranja agria partida por mitad y en el centro de esta, la vela de sebo, las cuales, es importante irlas a separar con anticipación con el que las hace.

Es un deleite histórico poder transmitir cómo es todo lo que sucede para esperar el novenario y el día de los tamales. Pero, aquí no acaba la cosa, faltan todavía muchas anécdotas por contar del día de muertos en la Chontalpa.