El nacimiento del guardián del cacao en Tabasco. – CACEP Chocolates
Envío gratuito en todos los pedidos superiores a $1,400. No aplica para zonas extendidas.

Mi primer acercamiento es cuando por primera vez llegué a la Hacienda Cacaotera Jesús María, me conquistó y me enamoré de aquel fruto tan maravilloso: el cacao.

Mi familia no es de por aquí (de Comalcalco), sin embargo, desde pequeño veníamos, sin tener conocidos que tuvieran plantaciones de cacao. No acostumbrábamos a salir a pasear, ya que todo el tiempo mis papás se dedicaban al trabajo, al trabajo y al trabajo.

Por muchos años trabajé en Monterrey y en varias partes de la República Mexicana, luego trabajé en el DIF Tabasco… conociendo y aprendiendo. Después, me habló un presidente municipal para que yo trabajara en la Casa de la Cultura y finalmente regresé a Comalcalco (Tabasco). Pasaron unos trienios y ya no continué en el ayuntamiento. Es entonces donde hubo una persona muy importante, que es clave en mi desarrollo personal y en mi vocación. Una persona que conozco, respeto, admiro y, ante todo, valoro. Estoy hablando de “Chente”, Vicente el esposo de mi hermana.

Al paso de unos años, platicando con Vicente me dijo “Vente al Rancho” (es la Hacienda, porque así le dicen comúnmente, de cariño). En este Rancho (Hacienda) se encontraba una pequeña fábrica, recién iniciándose, con pocas líneas de productos. Y, él (Vicente) inteligentemente, no porque fuera su “cuñado” me iba a otorgar un puesto directivo, no no no. Me dijo “empieza a conocer todo el proceso, empieza a conocer qué maquinas son las que transforman la materia prima y finalmente lo convierten en chocolate”. Fue así como comencé a conocer poco a poco los procesos sobre el cacao y el chocolate, sé lo básico, aún me falta más por aprender. Es algo que le agradezco a Vicente.

Desde entonces, Vicente tenía una misión bien definida, la cual le ha permitido tener reconocimiento a nivel mundial. Y esta ha sido hacer un chocolate como un alimento real, que, en ese entonces, no era tendencia, el chocolate lo buscaban por sabor y no por salud.

La fábrica de chocolates comienza a crecer, hasta que un día el Ing. Vicente le dice a Don Florencio: “Fíjate que llega mucha gente a ver la fábrica, clientes y algunos amigos. ¿Por qué no te haces un recorrido, peeero que sea DIFERENTE?”

Para mí era algo nuevo, porqué yo no soy Turistologo. Yo pensé: “voy a empezar a diseñar, a armar un recorrido a ver qué sale”. Claro que las plantaciones de cacao fueron el tema de mi inspiración, pero sin saberlo, empecé a escribir una delgada línea en la historia del cacao y el chocolate de Comalcalco.

Yo ya tenía conocimiento de las costumbres y las tradiciones de nuestra cultura del pueblo Maya-Chontal (investigaciones personales). Comencé a plasmar recreaciones, como la Cocina Maya Chontal (y posteriormente surgió la Casa del Campesino)… y fue allí, donde yo empecé a tener ese amor, esa vocación, esa pasión por el cacao y el chocolate.

Comencé a darme cuenta de que a través de esas recreaciones y de esos diálogos (en los recorridos) con los visitantes, uno lograba que aprendieran y asimilaran sobre lo maravilloso que es Tabasco. Hasta ese entonces (en los comienzos) yo era una persona muy reservada, yo no podía hablar ante un gran grupo de gente, mucho menos dar una entrevista en televisión… cuando venían a grabar era Vicente quien hacía todo. Hasta que llegó un día en el cual Vicente no pudo estar, no sé qué pasó y me dice: “Hazlo tú”. ¡Madre mía, santísimo Dios, verbo encarnado! Me armé de valor con los nervios, ¡porque me empezó la tembladera!, empecé como un niño a balbucear, hasta que logré retomar las ideas para expresarme y así fue… ese aprendizaje fortificó aquello que yo estaba haciendo: transmitir la maravillosa historia de Tabasco, que como digo de una manera inspirada “Tabasco tiene sabor a cacao fresco, y lo envuelven historias con aroma a chocolate”.

Ese fue mi inició, un Florencio amante de Tabasco y… algo reservado. Y ahora, ¡hasta se me posesiona Quetzalcóatl! Yo tomo a la serpiente emplumada como mi inspiración. Sin olvidar a Dios, porque es Él es el que me ilumina, fortalece mi vocación y mi amor por la Hacienda Jesús María, la amo como una hija. Que me encanta verla repleta de colores que, gracias al Ángel de las Flores (Enriqueta Sánchez) hace que la Hacienda se mire esplendorosa… y eso me motiva a decir: “Vean a la Hacienda, sencillita pero bonita, que guarda historias de generaciones de familias cacaoteras”.

Es un agradecer a Tabasco y a las personas que conocen mi trabajo, el que a mí Florencio Sánchez me digan “Don Florencio”. ¡Gracias!