La Mujer Indigena Maya-Chontal – CACEP Chocolates
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Vamos a hablar de una mujer que no me gusta llamarle “La Campesina”, me gusta llamarle; la mujer que disfruta su entorno de la naturaleza porque aquí en esta zona de Tabasco, particularmente la zona de la Chontalpa desde que es parida ha crecido alrededor de vegetación, por lo tanto vamos hablar de esa mujer, de esa niña. Hablar de ellas es rendir un tributo a esa gran mujer que le ha dado historia, identidad de origen a nuestro tabasco.
LA MUJER INDIGENA MAYA-CHONTAL.

Esto es parte de nuestras raíces de las mujeres de Tabasco de esta zona, porque gracias a ella, ella tostó, molió, le echó pimientita gorda, le talló achotito, le echó un tantito de chilito y así lo envolvió en hoja de “toj” y a través de un cayuco; ahí va esa “puscagua” o envoltorio en el cayuco por el antiguo río Mazapa hasta llegar a Dos Bocas, y ahí ese mensaje llega en el barco español, La España, La Corte Real. Ahí empieza todo.

Todo es gracias a esta gran mujer, gran mujer que desde niña era enseñada en los que haceres de la casa. Ella desde niña, su mamá, su abuela, sus tías le van a enseñar a como tostar ese cacao, cual es el punto ideal para que ese cacao esté listo, para retirarlo del comal, molerlo para hacer chocolate o para hacer pozol. Es una técnica maravillosa que nuestras indígenas mayas-chontales aún conservan, técnicas qué ya los europeos ya andan investigando, pero es esta gran mujer, por lo tanto podemos decir que son “Las Mujeres del Chocolate” que inician ese tema actualmente tan admirado por los grandes chocolateros.

Ella es la mujer también que tiene su casa bien ordenada, tiene en el patio esas hierbas para curar porque es sanadora también. Ella es doctora porque sabe el uso de cada hierba para cualquier malestar del cuerpo, pero también ciertas flores, ciertas hierbas igualmente para las cosas combinadas con magia, con fe, con misticismo para los males o sanaciones del amor. Es la que comparte los saberes de sus guisos, es la que ella afanosamente va a enseñar a esas niñas, como guisar un caldo, como hacer un turulete, como hacer un pan de elote, o sisgua, como va hacer igualmente esos deliciosos dulces, ella es la gran cocinera también, que también lo comparte con sus vecinas en cada fiesta de enrrama, de celebraciones de santos, de rezos, de bodas. Pero también es; la que aconseja, porque esta mujer siempre recibe la tradición oral de los saberes de las ancianas, las ancianas que han llevado una vida de trabajo, de aprender todos los secretos de las plantaciones, de los guisos y esas tradiciones. Tradiciones orales que fueron pasando de generación en generación.

Son las mujeres sabias, son las que dirigen la familia, son también las que comparten esos saberes con las generaciones de sus hijas y hasta la nuera cuando el muchacho lleva a su casa a vivir a la que se robó o con la se casó, también esa niña o esa muchacha va aprender todos los saberes de comer, aconsejar y de curar para la siguientes generaciones. Igualmente es la que ayuda, es la que ella afanosamente, va a la casa del patrón en este caso en las Haciendas Cacaoteras, a aprender, pero también a compartir esa niña, esa jovencita, todos los saberes de la cocina de las hierbas con las patronas, porque la patrona vive en la hacienda, y era bien vista una niña inteligente que compartía todo los secretos de guisos y curaciones, pero también era la compañera de los niños, de los hijos de los patrones, donde con magia platicaba historia de duendes, historia de apariciones en el cacaotal.

Esa es la gran mujer que aún se perpetua en las ancianas grandes, ancianas de saberes de ancianas de tradiciones, mujer que trabaja, mujer que comparte, mujer que vive rodeada de la naturaleza, mujeres sanas, mujeres con picardía, mujeres amorosas, mujeres bellas, porque así la naturaleza les da esa magia, ese brillo, de ser aun hoy parte de la historia de nuestro Tabasco.